Autos eléctricos sufren más accidentes que los convencionales

La transición de los vehículos tradicionales a los eléctricos presenta desafíos notables, especialmente para aquellos conductores que llevan décadas conduciendo automóviles a gasolina o diésel. Un cambio que se vuelve particularmente evidente durante el primer año, ese período de adaptación donde los conductores experimentan una serie de diferencias significativas.

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Entre las marcas que lideran esta revolución, Tesla destaca en las ventas de vehículos eléctricos, capturando el mercado global, con excepción de China. Sin embargo, datos compartidos por Hertz y LexisNexis revelan un fenómeno preocupante: un aumento notable en la frecuencia y gravedad de accidentes en vehículos eléctricos. Y en un 80% de los casos analizados, se trata de automóviles Tesla.

Es cuestión de acostumbrarse.

Al examinar las características distintivas de los Tesla, se revelan factores clave que contribuyen a esta tendencia. En primer lugar, la ausencia de un botón de encendido convencional. Basta con que el conductor se siente en el vehículo para que este encienda, y al salir, este se apaga automáticamente. Este cambio en la rutina de arranque puede generar situaciones inesperadas para aquellos acostumbrados a procedimientos más tradicionales.

La velocidad es otro elemento crucial en la ecuación. Los motores eléctricos de los Tesla son reconocidos por su potencia, proporcionando una aceleración instantánea. El Model 3 Long Range, por ejemplo, puede alcanzar los 100 km/h en 4.1 segundos. La rapidez inherente en los vehículos eléctricos se correlaciona directamente con un aumento en la frecuencia y gravedad de los accidentes.

La peculiaridad de un motor silencioso también aporta a la catastrófica ecuación. Al carecer del ruido distintivo asociado a los motores de combustión, los conductores pueden perder la noción de la velocidad del vehículo. Especialmente en entornos de baja velocidad, como estacionamientos o zonas escolares. Y la respuesta del pedal de freno, alterada por la naturaleza eléctrica del vehículo, añade una capa adicional de complejidad al control de la velocidad.

Finalmente, la masa adicional de los vehículos eléctricos, resultado de las grandes y densas baterías, agrega un componente significativo en términos de daños en caso de colisión. En resumen, la transición a la conducción de vehículos eléctricos, en particular los Tesla, implica una curva de aprendizaje que, para algunos conductores, se asemeja a los primeros días después de obtener la licencia de conducir.

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