Los peligros de la mediocridad
A pesar de nuestra apariencia exterior, que puede diferir mucho de nuestra verdadera esencia, por cada uno de nuestros poros emana el veneno o el antídoto desde el núcleo de nuestra personalidad original. Somos lo que somos, no importa lo mucho que nos esforcemos por intentar ocultarlo. Es en los descuidos cuando brota la honestidad. Es en la falta de práctica que terminamos presentando nuestro verdadero y legítimo espectáculo.

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