Esta publicación es una muestra de que hasta los hábitos más inofensivos pueden convertirse en extrañas adicciones. Y de que la frase “nada con exceso, todo con medida” es mucho más que un trillado lema publicitario. Ninguna adicción es sana, independientemente si se trata de sustancias prohibidas, ejercicio o trabajo, los efectos secundarios pueden tener un impacto perjudicial en nuestro bienestar.
Y uno se puede hacer adicto básicamente a cualquier cosa. Programas de televisión como Mi extraña adicción, de la red TLC, nos han revelado lo extravagantes que pueden resultar estas situaciones. Como aquel tipo que se volvió adicto a los enemas de café, la dama que come detergente en polvo o aquella que era adicta a lamer a los gatos. Todos esos ejemplos están en las manías más extrañas.
Por otro lado, hábitos cotidianos y perfectamente normales que la mayoría hacemos regularmente pueden transformarse en adicciones debilitantes. Aquí tienes seis extrañas adicciones que pueden surgir de cosas y comportamientos perfectamente normales.
Adicción a beber agua.
El consenso general entre los expertos es que los hombres deben ingerir unos 3.7 litros de agua al día. Mientras tanto, la cantidad suficiente de líquido para las mujeres se ubica en 2.7 litros diarios. Sin embargo, algo tan vital como lo es el agua puede resultar peligrosa en cantidades excesivas. Y no hablamos de morir trágicamente en un enorme cuerpo de agua.
Existen individuos adictos al agua, personas cuya adicción empieza con algo tan simple como el deseo de mantenerse bien hidratados. De forma completamente irracional, su ingesta de agua se sale de control y terminan ingiriendo más líquido del que su organismo es capaz de procesar saludablemente.
Tomar agua en exceso produce una variedad de efectos secundarios como náuseas, dolor de cabeza, sudoración excesiva, insomnio al tener que despertar repetidas veces por la noche para ir al baño y falla renal. La ingesta de grandes cantidades de agua también es capaz de diluir la sangre y producir bajos niveles de sodio.
Irónicamente, un bajo nivel de sodio en nuestro organismo produce algo que se llama polidipsia, que no es otra cosa que una sed excesiva. El individuo entra en un círculo vicioso aún más grave y empeora la situación.
Tatuajes y piercings.
Hace algunas décadas, los tatuajes casi eran exclusivos de marineros y pandilleros. Sin embargo, la práctica se arraigó poco a poco en la sociedad hasta que llevar un tatuaje se volvió aceptable. En nuestros días no es extraño que algunos grandes empresarios, deportistas y famosos luzcan con orgullo sus tatuajes y piercings.
Aunque, la normalización provocó un inesperado fenómeno en los humanos: la adicción a los tatuajes y piercings. Siendo más específicos, algunas personas se vuelven adictas al acto de conseguirlos. La ciencia estudió el fenómeno y encontró una razón tras esta extraña adicción. Resulta que, durante la realización de un tatuaje o piercing, lo normal es experimentar una cantidad tolerable de dolor.
Sin embargo, nuestro cerebro responde como si lo estuvieran acuchillando y libera un cóctel de químicos para aliviar el dolor y hacernos sentir cómodos. Son estas oleadas de endorfinas las que enganchan a ciertos individuos. Aquello que inició como una insignificante declaración de moda ligeramente vanguardista, puede convertirse en una gran adicción.
Extrañas adicciones: escuchar música.
Ciertamente, todavía no conozco a una persona en este mundo que no disfrute de escuchar música. Por otro lado, este pasatiempo aparentemente sano puede convertirse en algo adictivo e incapacitante. ¿Lo dudas? Te contaremos la historia de Roger Tullgren, un sueco aficionado al heavy metal cuyo amor por el headbanging se reconoció como una discapacidad auténtica.
Como lo estás leyendo: Tullgren tiene derecho a diversos beneficios por discapacidad ya que es incapaz de desarrollar un trabajo a tiempo completo. Especialmente porque, estando en el trabajo, este sujeto experimenta una necesidad compulsiva de ir a conciertos de metal. Seguramente piensas que se trata de un vago más, pero diversos médicos lo han diagnosticado con una adicción severa.
Entonces, es fácil deducir que esta misma condición podría afectar a los amantes de otros géneros, no solo a los metaleros.
No comer adecuadamente.
Además del ejercicio, un cuerpo saludable depende mucho de una buena alimentación. No comer adecuadamente puede conducir a una variedad de problemas de salud, incluidas dos extrañas adicciones. Antes, es importante hacer una aclaración: la adicción a la comida chatarra y los alimentos con alto contenido de azúcar se hace cada vez frecuente entre las sociedades occidentales. De hecho, hay evidencia de que los alimentos ultra procesados son capaces de estimular las mismas regiones del cerebro que algunas drogas pesadas.
Sin embargo, una dieta pobre también puede conducir a un fenómeno todavía más extraño: alimentarnos con cosas que no son comestibles. Cuando se presenta una deficiencia nutricional crónica, el cuerpo humano intenta compensar esa deficiencia de minerales o nutrientes a través de cualquier medio disponible. Por eso, algunos individuos desarrollan un deseo incontrolable por comer material no comestible, como vidrio o tierra.
Indudablemente, ingerir esta clase de materiales es perjudicial para el organismo y puede ser letal.
Adicción al desamor.
¿Alguna vez te rechazaron románticamente? Es un sentimiento tan deleznable que difícilmente puedes imaginar a alguien que se enganche con tan horrible experiencia. Bueno, algunos individuos experimentan un retorcido placer cuando les rompen el corazón. Algunos estudios sugieren que nuestro organismo puede reaccionar a la angustia emocional del rechazo como lo haría con una lesión física.
Al igual que sucede con los tatuajes y piercings, el cerebro libera hormonas y sustancias químicas que estimulan los centros de recompensa y placer. Todo para animarnos y hacernos sentir bien. Y aunque es fácil engancharse con estas descargas químicas, en la extraña adicción al desamor participa otro elemento morboso.
Muchas veces, las personas se dan cuenta que resulta más simple y fácil revolcarse en su propia miseria que tratar de mejorar sus vidas. Cuando se experimentan numerosos rechazos, ese pequeño demonio que te susurra al oído lo inútil que eres adquiere un poder enorme. Entonces, estos individuos empiezan a sabotear involuntariamente sus relaciones con otras personas para alimentar ese sentimiento de desesperación.
Muchas veces, ese círculo vicioso conduce hacia la violencia contra la otra persona o hacia nosotros mismos.
Adicciones extrañas: arrancarse el cabello.
Cuando están en situaciones de estrés, ansiedad e incluso cuando experimentan momentos felices, ciertas personas tienden a jugar con su cabello. Aunque aparentemente inofensivo, este hábito puede descontrolarse hasta convertirse en una condición denominada tricotilomanía. No es otra cosa que el impulso compulsivo por arrancarse el cabello.
Es un padecimiento complejo que, para los expertos en la psique humana, pisa las fronteras entre la adicción y el trastorno mental. Y es que comparte muchas similitudes con las típicas adicciones al alcohol o a las drogas. Un tricotilomaníaco puede arrancarse el cabello por nada más que la sensación física, algo que generalmente se asocia con el abuso de sustancias.
Además, estas personas llegan a experimentar síntomas de abstinencia si dejan de arrancarse el cabello. Se vuelven ansiosos e irritables, y la única forma en que sienten que su estado de ánimo puede mejorar es teniendo el cabello entre sus manos.