La vida moderna suele ser demasiado ocupada. Si te pones a pensar un segundo verás que este ritmo tan ajetreado se resume entre posponer los objetivos para inicio de año, atrasar los encuentros con los amigos, perder un almuerzo con la familia, y un largo etcétera.
De pronto algo pasa. Un buen amigo o quizá un ser querido – tal vez de la misma edad – muere de forma inesperada. Es aquí cuando empezamos a pensar en todas las cosas que él no hizo y en cuales serían nuestros mayores pesares si de pronto nos viéramos a nosotros mismos en nuestro propio lecho de muerte.
A continuación hay una lista con los 25 mayores pesares que probablemente tendrías. La cuestión es: ¿vas a hacer algo al respecto después de leer esta lista? O ¿simplemente volverás a tu vida tan agitada?
Trabajar mucho en detrimento de la familia y los amigos.
¿Cómo se puede lograr un equilibrio entre trabajo y familia? Es difícil. Siempre existe la preocupación. «¿Qué pensará mi jefe y mis compañeros de trabajo?«, «Voy a llegar un poco más tarde pero sólo por hoy«, «Compensaré a mi familia este fin de semana«. Pero nunca parece suceder. Los días se convierten en meses y luego en años, luego décadas y finalmente en una vida.
Enfrentar a los valentones en la escuela y la vida.
Lo creas o no, muchos de nuestros mayores pesares en la vida se relacionan con cosas que nos sucedieron en la infancia. Parece que nunca seremos capaces de olvidar- o perdonarnos a nosotros mismos – por no hacerles frente a las personas que nos han humillado o provocado en el pasado. Teníamos mucho miedo, éramos muy inseguros.
Tener contacto con amigos de la infancia y la juventud.
Generalmente existe un amigo de la infancia o de la escuela con quien éramos mejores amigos y simplemente terminamos por distanciarnos. Quizá tuvimos contacto al principio, pero luego se hizo cada vez más difícil tomar el teléfono o enviar un correo electrónico. Pasaremos el resto de nuestras vidas preguntándonos como sería sentarse con esa persona a tomar un café.
Dejar el teléfono.
Muchos de nosotros vemos imposible separarnos de nuestro teléfono o de Internet. Dormimos con él a nuestro lado, y prácticamente siempre lo llevamos con nosotros. Siempre estamos revisando Facebook y Twitter, por la noche y durante los fines de semana, tirando a la basura el tiempo de calidad con la familia y los amigos. Sin embargo, es una actitud que parece imposible de detener.
Terminar una relación con el amor verdadero.
El amor es una zona fértil para el arrepentimiento de la mayoría. Tal vez porque abandonamos a alguien a quien no deberíamos, o porque alguien especial nos dejó. Es un juego interminable de “lo que podría haber sido”. Es difícil simplemente ser feliz con el amor que has encontrado cuando se está pensando constantemente en lo que ya se tuvo, quizá justificando que aquella relación hubiera sido mejor.
Preocuparse por lo que otros piensan de ti.
La gran mayoría le da demasiada importancia a lo que los demás piensan. En ese momento, pensamos que sus opiniones son fundamentales para nuestro éxito y felicidad. En nuestro lecho de muerte, nada de eso importa.
La guía definitiva para que te importe un carajo
No tener la suficiente autoconfianza.
En relación con el punto anterior, un gran pesar para la mayoría es cuestionarse por qué tuvimos tan poca confianza en nosotros mismos. ¿Por qué permitimos que las preocupaciones por los demás pesarán tanto en lugar de confiar en nuestras propias creencias? El deseo por la autoconfianza generalmente llega cuando es demasiado tarde.
Vivir la vida que los padres querían.
Muchas personas viven según su idea de cómo debería comportarse un buen hijo. Ya sea porque los padres le pidieron ese estilo de vida de forma explícita o porque tomó la decisión de forma inconsciente, toman decisiones fundamentales en la vida – como dónde y qué estudiar, qué trabajo desempeñar – porque creen que es lo que hará felices a sus padres. Generalmente muy tarde se dan cuenta de que están haciendo cosas que nunca les gustó hacer, que están viviendo la vida de otra persona.
Postularse al «trabajo ideal».
Ya sea por miedo, por la llegada de un hijo o porque nuestra pareja no quería mudarse, nunca terminamos en el trabajo que siempre habíamos soñado. Tal vez ese trabajo ni siquiera era el ideal para nosotros, pero todo el mundo termina por arrepentirse de no haberlo intentado nunca.
Tomarse la vida demasiado en serio.
Parece extraño decirlo, pero la mayoría de nosotros no sabemos cómo divertirnos. Somos muy serios. No jugamos ni bromeamos. Pocas cosas nos parecen graciosas. Y así, la vida no es divertida.
Viajar más con la familia / amigos.
La mayoría de las personas prefieren quedarse en casa y no viajar tanto. Sin embargo, los grandes viajes con los amigos y la familia – ya sea por el país o hacia el extranjero – son materia prima para los recuerdos más memorables. Experimentar situaciones y liberarse de ellas como grupo es divertido, incluso cuando llueve.
Dejar fracasar el matrimonio.
Si les pides una opinión a las personas divorciadas, te dirán que fue la mejor decisión que tomaron en su vida. Nadie aguantaba más. Y, por supuesto, existen algunos matrimonios que no deberían continuar por ningún motivo, siendo el divorcio la mejor solución para todas las partes involucradas. Sin embargo, si se habla con estas personas en particular, ellos dirán que lamentan haber fracasado. Poner fin a un matrimonio no es una cosa fácil – incluso si esa cosa tiene una sombra de infidelidad.
Por lo general, existen muchas señales y problemas que conducen a este resultado. Los pesares de la mayoría son no haber corregido algunos o la mayoría de estos «pequeños problemas» en el camino. Es imposible controlar a nuestra pareja, pero podemos controlar nuestras acciones y sabemos – en el fondo – que podríamos haber hecho más.
Enseñar a los niños a hacer más cosas.
A los niños les encanta hacer las cosas en compañía de sus padres. Y no necesariamente hablamos de vacaciones en Disney. Puede ser limpiar el patio, jugar a la pelota, aprender a tocar el piano, etc. Todos nuestros pequeños hábitos son imitaciones del comportamiento de nuestros padres. Si te falta el tiempo para hacer cosas con tus hijos, les estas negando la oportunidad de imitarte.
Hacer las paces con un familiar o un viejo amigo.
Algunas de las personas que se agradan y que se conocen desde hace años pasan mucho tiempo sin hablarse. Nadie hace un esfuerzo. Ambos piensan que el otro está equivocado, o que el otro es muy terco. Ambos piensan que hicieron todo lo posible por reanudar la relación o hacer las paces – cuando no lo hicieron. Sólo cuando uno de los dos no está más es que ven la realidad.
Confiar más en la voz dentro de su cabeza.
La mayoría de nosotros hemos tenido alguna experiencia con una pequeña voz en la parte posterior de la cabeza que nos dijo que algo andaba mal. En la mayoría de los casos, hacemos caso omiso a dicha voz. Pensamos que no tiene razón. También en la mayoría de los casos, nos damos cuenta, muy tarde, de que esa voz estaba en lo correcto.
No confesarle a alguien lo que sientes.
Los nervios se llevan la mejor parte de nosotros, especialmente cuando somos jóvenes. Podemos perdonarnos por nunca haberle dicho a una persona lo que sentíamos por ella, pero seguiremos pensando en eso muchos años después. A veces las personas se arrepienten de haber visto a alguien famoso o exitoso y no confesarle lo mucho que los inspiran. La verdad es que siempre podríamos haber expresado nuestros sentimientos.
Involucrarse con los amigos equivocados.
Hacemos un montón de cosas estúpidas cuando somos jóvenes. No somos nada impresionables. Nunca creemos que hay algo malo con nuestros amigos, pero la realidad es que las compañías pueden, de hecho, influenciarnos de una manera negativa. La elección de los amigos puede llevarnos a fracasar en nuestra vida.
No terminar la escuela o universidad.
Hay muchas personas que nunca se gradúan en la escuela preparatoria o la universidad, pero que son muy respetados y buenos en lo que hacen. Sin embargo, si el tema de conversación llega a surgir en una conversación privada, casi universalmente estas personas se arrepienten de no haber egresado. Esto los vuelve inseguros, incluso si tienen éxito.
Elegir el trabajo más práctico en lugar del que realmente querías.
Al aconsejar a alguien sobre su vocación, siempre dile a esa persona que haga lo que ama. Por supuesto, en la sociedad actual es necesario un cierto tipo de profesión, pero al final del día, tienes que vivir tu vida. Hay muchas personas que piensan que tienen que hacer algo que no les gusta para adquirir experiencia antes de dedicarse a algo que les encanta. Si bien hay muchos caminos que llevan a Roma, probablemente es mejor empezar de inmediato en la zona de interés.
Pasar más tiempo con los hijos.
Cuando se trata de pasar más tiempo con los hijos, no es la calidad del tiempo lo que importa, sino la cantidad. Muchos padres ocupados se reconfortan al saber que van a pasar toda la semana ocupados y que sólo el fin de semana van a ver a su hijo a un juego de fútbol. Este «tiempo de calidad», según ellos, va a equilibrar o compensar la falta durante toda la semana. Probablemente no sea así. Los niños generalmente prefieren ver a sus padres todos los días que solamente una vez al año o en eventos especiales de la escuela.
No cuidar de la salud.
Nadie piensa en su salud hasta que aparece un problema. En este punto, nos prometemos que si mejoramos, nos haremos cargo de nuestro cuerpo. No deberíamos necesitar una enfermedad para dar prioridad a la salud y la dieta. Los pequeños hábitos cotidianos hacen una gran diferencia.
No tener el coraje de hablar de un acontecimiento importante.
Es más la gente que tiene miedo de hablar en público que la que tiene miedo de morir. Al parecer, es mejor estar muerto que dar un discurso. Sin embargo, cuando se está cerca de la muerte, es probable que se desee haber superado esos miedos por lo menos algunas veces en la vida, sobre todo en el funeral de un ser querido o en una boda.
No visitar a un amigo / pariente antes de morir.
Siempre estamos ocupados con nuestras propias vidas. Aun cuando sabemos que un amigo o pariente está enfermo, posponemos la visita. De vez en cuando, nos damos tiempo para ver a esa persona antes de morir. A pesar de esto, la persona puede encontrarse tan mal que apenas y puede mantener una conversación. Por lo tanto, siempre habrá un arrepentimiento por no haber ido a visitarlo antes, cuando se tuvo la oportunidad. Siempre pensarás en lo que darías por haber tenido una conversación normal con esa persona.
Aprender otro idioma.
Algunas personas viajan mucho, pero muy pocos de estos han estudiado una segunda o tercera lengua. Este es un gran pesar para muchas personas, a pesar de que puede parecer una cosa pequeña al lado de la familia, la carrera y el amor. Esto se debe a que saber otro idioma sería abrir las puertas a las oportunidades y a una nueva cultura para nosotros.
Ser un mejor padre.
No hay mayor legado que nuestros hijos. A menudo, acaban bien. Pero cuando empiezan a mostrar signos de problemas – en la escuela, con los amigos o de cualquier otro tipo – sabemos que tenemos una parte de culpa y que probablemente deberíamos haber pasado más tiempo con ellos. Siempre hay tiempo para mejorar las relaciones con nuestros hijos. No podemos esperar otro día más, sobre todo si se trata de una relación que se ha descuidado durante años.
Pobrecitos los hombres, solo los usan de cajeros. 😔
Gulp! Como que tengo una basurita en el ojo :’)
u.u la 5, la 5….
Ha caray, muy reflexivo todo eso, hay algunas con las que me queda el saco.
:’)