Ocasionalmente, en nuestro día a día observamos individuos realizando tareas que parecen extremadamente sencillas. Y debes admitir que alguna vez fallaste miserablemente al intentar realizar una actividad que considerabas simple. Por eso existe el viejo refrán de “zapatero, a tus zapatos”. Muchas veces, un trabajo “profesional” es subestimado por personas que aseguran “conocer a alguien que lo hace más barato”.
Entre los mexicanos es una tradición muy arraigada llamar “doctores” a los médicos. Y existen países donde ejercer medicina requiere alcanzar un grado académico similar al de un doctorado. Pero, el tema es mucho más interesante e inicia con la propia etimología del término “doctor”.
Cada vez trabajamos más, durante más horas y solemos pasar por alto el equilibrio que debe existir entre tiempo de recreación y trabajo duro. Irónicamente, esto no siempre resulta en una mayor productividad. RescueTime, una empresa de software dedicada a la administración del tiempo, realizó un estudio en el que analizó 185 millones de horas computadas por los usuarios. La conclusión es impresionante: los trabajadores tienen, en promedio, tan sólo 2 horas y 48 minutos de tiempo productivo al día. Y la regla se mantiene aunque trabajen al menos una hora fuera de la oficina en casi la mitad de los fines de semana del año.
El cartel decía “Vendo felicidad en tarros de cristal ¡Llama ahora!”, y adjunto se encontraba un número telefónico. Caminaba a casa tras un largo y extenuante día de trabajo cuando me topé con el papel estampado en un antiguo poste de teléfono. Le saqué una fotografía creyendo que se trataba de una curiosidad.
Solemos ver al trabajo como una rutina repetitiva hasta el cansancio. Sin embargo, ocasionalmente suceden cosas inesperadas que terminan sacándonos de ese aburrimiento. Algunas personas en Internet han compartido imágenes de situaciones que terminaron sorprendiéndolos en sus trabajos. ¿Alguna vez has pasado por una situación similar?
Existe la creencia ampliamente divulgada de que las mujeres son multitarea. Es decir, que son capaces de realizar múltiples actividades simultáneamente. El mejor ejemplo lo tenemos con aquellas que trabajan y tienen hijos: su rutina implica hacer auténticos malabares con su empleo y la administración del hogar (preparando la comida para los pequeños, haciendo tareas domésticas y organizando toda clase de compromisos o eventos sociales). Sin embargo, un nuevo artículo publicado en PLOS One sugiere que no existe ningún tipo de diferencia entre hombres y mujeres cuando se trata del “multitasking”.
